BIENVENIDO AL LABERINTO

Parece que el viejo Dédalo se resiste a formar parte del Ades y resurge cada día proyectando nuevas construcciones. A la mirada atenta no se le escapan estos laberintos contemporáneos asentados sobre el espacio trans-territorial y deslocalizado en el que hoy vivimos. Emergen cada día estas nuevas formas de un viejo concepto, las cuales a pesar de no encontrarse físicamente en ninguna Creta, encierran peligros tan brutales como el propio Minotauro. Como Teseo nos adentraremos sin miedo dentro de estos nuevos laberintos, recorriendo este non site, con la única y frágil ayuda de los vínculos.

Adelante, valientes, bienvenidos.

martes, 28 de julio de 2009

¿GRATIS?

Si tiras una colilla al suelo, evidentemente la gente no se pega bofetadas por recogerla. Sin embargo sorprende hasta que punto esa misma colilla puede llegar a ser enormemente codiciada. Si convenientemente revestida con un envoltorio adecuado, y junto a otras colillas también igualmente envueltas, las repartimos entre la gente, de este modo, una despreciable colilla puede llegar a generar una atracción y una demanda sorprendentes.

La gente siente una especial atracción por todo aquello que sea gratuito; No importa qué, ni la utilidad o el provecho que tenga para nosotros. Sirva o no sirva, nos vemos atraídos ante la expectativa de recibir cualquier cosa. Este deseo aumenta considerablemente cuando vemos como lo recibe el vecino, este hecho acrecenta todavía más la ansiedad por poseer el codiciado objeto. A pesar de que no sirva para ningún propósito nuestro, aunque tengamos que depositarlo en la papelera más cercana en el mismo instante, sentimos la necesidad que un ejemplar de ese objeto pase por nuestras manos.

Esta necesidad genera todo un mundo de objetos destinados a satisfacer ese anhelo de posesión efímera. Toda una suerte de folletos, abanicos, llaveros, bolígrafos, camisetas, gorras, viseras, parasoles... deben su existencia y comercialización al impulso que nace ante la expectativa de conseguir algo de manera gratuita. Todos ellos, convenientemente estampados con la marca de turno, se reparten al por mayor entre las ansias de desesperados que reclaman un pedazo de gratuidad. Cuanto mayor y más generoso es el reparto mayor deseo genera, sin mantener relación coherente alguna con la necesidad real que los beneficiados tienen con la utilidad del objeto. Todo vale, con tal de recibirlo, aunque para nada me sirva.

Con este panorama resulta bastante difícil la tarea de mantener los derechos de los autores en internet, pues ante al disyuntiva de conseguir una copia gratis o pagar un porcentaje por su uso, la mayoría se decanta por la versión gratuita sin ver más allá de su propio beneficio. Otro caso son los canales privados de televisión, que no pueden competir con la oferta en abierto, dado el recelo del público a pagar por el mismo servicio que puede recibir sin mediar ningún tipo de abono.

Pero el saber popular también dice que "nadie regala nada". Los objetos que generosamente se reparten en las calles y en los diversos eventos de toda índole, ineludiblemente van rotulados con la correspondiente marca que los patrocina, perteneciente a la empresa que dispendia el regalo. Las empresas no creen en gastos y regalos, más bien en inversiones y promociones. La diferencia entre un gasto y una inversión es que mientras el gasto es un dispendio que se da por perdido, la inversión es un saldo negativo temporal del que se espera un positivo mayor que la cantidad expuesta. Por lo tanto cuando recibimos generosamente toda esta serie de artículos que con tanto agrado tomamos, a pesar de que no tengan la menor utilidad para nosotros, seguramente la factura de los mismo acabará repercutiendo en un incremento del precio de los productos que la empresa comercializa. Los costes de estos objetos banales, y en muchas ocasiones inútiles, acabarán diluidos en el precio de los productos o servicios que realmente necesitamos.

A partir de ahora debe aprender usted a mirar atentamente el tique de la compra y las facturas que reciba. Verá como entrelíneas además de champú, cereales, refrescos y pañales, en la última reparación de su automóvil, o en el recibo del suministro telefónico; Le están cobrando además parte de una sombrilla, un calendario, un balón de playa o un folleto, o cualquier otro objeto que usted u otra persona, en un momento dado, ha reclamado bajo los efectos de una legítima ansiedad posesiva, para acabar tirándolo a la basura.

Jaume Garcés / Julio 2009

domingo, 5 de julio de 2009

ÉXODO VACACIONAL

El éxodo vacacional genera ciudades vacacionales, ciudades que no se asientan en el espacio sino que más bien se sustentan en el tiempo; no tendrían razón de ser, o tendrían una idiosincrasia totalmente distinta, si no fuera por la confluencia coordinada y masiva de sus visitantes al unísono en un mismo periodo de tiempo.

He aquí un ejemplo de una de ellas:

La ciudad vence a duras penas el paso de los días de invierno. Aletargada entre almanaques caducados y ropa de la temporada anterior, se apaña con las escasas momias que la habitan, ansiosa por la llegada de la nueva temporada estival que la haga renacer y rejuvenecer de nuevo en toda su opulencia y esplendor.

Entre tanto, calma su voraz apetito de protagonismo noticiario con pequeños aperitivos de media categoría, como puentes festivos, excursiones del inserso, o vuelos baratos desde Londres. Si todo esto falla como último recurso para aplacar sus ansias ante la esperada llegada del periodo estival, siempre quedan las socorridas vacaciones de Pascua.

Con la llegada de junio, hordas de camareros de segundo oficio, gogós de discoteca, prostitutas, gigolós y carteristas de playa, comienzan a instalarse en la ciudad ejercitándose y adiestrándose en sus respectivas artes, alerta y a la espera de la inminente llegada de las avalanchas de turistas, con los que esperan hacer su particular agosto y compensar los dispendios de los pingues meses de invierno.

En julio la ciudad comienza a despertar con la fuerza de un volcán. Sus calles y amplias avenidas hasta ahora semi vacías, de repente se embotan y se colapsan con la irrupción en tropel de turistas multicolor cegados de sol, descanso y fiesta sin tregua durante las semanas que durará su estancia. A la marcha de unos se sucede la llegada de otros, y de este modo, en constante relevo, la ciudad parece estar siempre inmersa en la misma masa anónima embutida en chanclas y bañador.

Durante agosto la ciudad alcanza su punto álgido, exhibe exultante una bacanal de cuerpos desnudos parapetados entre sombrillas, hamacas y toallas. El astro rey oficia de maestro de ceremonias en este festín de la piel, desde su cenit pelea con rabia emitiendo toda la potencia de sus rayos UVA sobre las escaldadas carnes de cautos turistas rebozadas en cremas de factor cincuenta. A medida que transcurre agosto la ciudad consume sus días embebida en una ilusión ficticia aliñada convenientemente con ginebra o éxtasis, que acabarán por diluir completamente la natural barrera que divide el día y la noche. Se forma una costra artificial de día-noche continuo que roza la locura y ayuda a los ya desgastados turistas a evadirse la idea del anunciado e irremisible final. El mismo final que la propia ciudad teme e intenta zafarse sin éxito; el fin de sus días de gloria cíclica y perecedera, a los cuales antes de comenzar ya se les ha impuesto una inevitable fecha de caducidad.

La inefable fecha llegará en septiembre precedida de rezagados turistas, que por motivos varios se presentan en la ciudad a destiempo. Turistas ávidos de recuperar el tiempo perdido aún sabiendo de lo imposible de su propósito puesto que la ciudad se encuentra ya deshinchándose, y a medida que pasan los días se vacía más y más, hasta el punto que los demorados veraneantes de septiembre acabarán pidiendo encarecidamente tan sólo que se les conceda clemencia meteorológica para disfrutar con un mínimo de dignidad sus ansiados días de descanso.

Las lluvias acabarán destrozando el sueño de la ciudad de dar continuidad a este ejercicio de vida y actividad. Por que la entrada del otoño no perdona, y la sumirá de nuevo en su letargo de momias endémicas y calles vacías, inmersa entre almanaques que inexorablemente caducarán en diciembre y prendas de temporada que todavía en el siguiente año, cuando el ciclo comience de nuevo, quizás puedan ser vendidas a los nuevos turistas, aunque sea a precio de saldo.

Jaume Garcés / Juliol 2009

viernes, 3 de julio de 2009

BUFFET LIBRE, sírvase cuanto quiera.

Las polvorientas arenas de Iraq ofrecen al mejor postor, y en subasta cerrada, la explotación de sus recursos naturales entre las compañías petroleras extranjeras Exxon Mobil, Shell, Total y British Petroleum que ultiman detalles para administrar los mayores pozos de Iraq, llama la atención que entre las adjudicatarias no se encuentre la compañía petrolífera nacional Iraquí. Después del rancho militar ahora toca el atracón comercial.

Cada vez es más evidente la verdadera intención de la invasión de este país, con la claridad que ofrece la distancia en el tiempo, poco a poco vamos destapando toda la cruenta trama de intereses económicos subyacente en esta invasión. Abanderados por la legitimidad de la nueva evangelización democrática, Estados Unidos apoyado por sus socios británicos y los ingenuos países como España, Polonia, Portugal... , potenciaron la patraña de unas inexistentes armas de destrucción masiva para generar el miedo y la alarma social entre los ciudadanos de sus países y proyectaron la falsa urgencia de intervención en el país para derrocar una demonizada dictadura que nos vendieron como injusta y cruel. Enarbolando los derechos democráticos como bandera de colonización del territorio asumieron el compromiso de la estabilización del país y restitución de su soberanía.

Siete años más tarde las temidas armas de destrucción masiva que amenazaban la estabilidad de nuestras casas y familias a millones de kilómetros del foco de conflicto, no han aparecido en ningún lugar del escudriñado territorio de Iraquí. Y la prometida estabilización del país basada en la restitución democrática ha costado más víctimas y perdidas económicas que hubiera supuesto el mantenimiento de la dictadura gobernante. Pero todo esto se justifica con la llegada de una supuesta democracia al país, cuando en realidad se esta sustituyendo una dictadura por otra, ahora son las grandes corporaciones petrolíferas internacionales quienes dictan las normas del gobierno Iraquí, el cual puede ser elegido libremente por el pueblo, aunque no pueda tomar decisiones reales sobre su soberanía, de que sirve elegir libremente un gobierno que no puede gobernar con criterios propios, sino que debe plegarse a los intereses de gobiernos extranjeros y corporaciones internacionales. Acaso los Iraquíes post-Sadam eligen democráticamente a los dirigentes de estas compañías que actúan sobre sus recursos naturales , acaso tienen algún tipo de potestad con el ejercicio de su voto sobre las políticas exteriores de los países ajenos que intervienen en el gobierno de la nación Iraquí.

Los Estados Unidos con la maquinaria de la industria bélica a pleno rendimiento ya ha sacado tajada de esta escabrosa situación, es duro reconocerlo pero el mejor negocio que existe es el negocio de la muerte, todavía mejor el del asesinato. El negocio en sí mismo no reside en matar, sino en que otro nos paguen por hacerlo. ¿Como se explica sino el tremendísimo gasto asumido por los países invasores para el mantenimiento de esta guerra? si no fuera por los beneficios que sus empresas armamentísticas recaban independientemente del resultado del conflicto bélico. Y si la cosa sale bien y además se reparten el jugoso pastel, el negocio habrá salido redondo. Para que sea socialmente aceptable esta lucrativa actividad hay que disfrazarla convenientemente con palabra como "guerra preventiva", "actuaciones defensivas", "guerra fría"... y para legitimar el ejercicio de la actividad en territorios ajenos y aplacar a la opinión mundial conviene crear una dicotomía de bandos, a poder ser lo más enfrentados posibles con nuestra manera de vivir y entender el mundo: ejes del mal, comunismo, dictadura...

A poco que profundicemos nos damos cuenta de la artificiosa construcción de estos enfrentamientos de hoy, no son más que variantes recientes de las antiguas cruzadas por la fe. Ahora como antiguamente, lo que realmente está en juego es el poder económico y las riquezas que se puedan extraer de los territorios en conflicto. El resto es un superficial ejercicio de marketing para acallar a la opinión pública y engañar de paso algún tonto con bigote para que ayude a la causa. Y sospecho que la gran cantidad de atentados que registra el país están, cuanto menos, consentidos para que el clima de inestabilidad y amenaza favorezca el mantenimiento de tropas extranjeras en el país y dificulte la explotación nacional de los recursos, teniendo que recurrir a los servicios de compañías externas para la explotación de los mismos.

Como decía al principio, después del rancho militar ahora toca atracón, señores comienza el festín, el buffet que van a zamparse las insaciables multinacionales pretroleras cuando consigan la exclusiva por la explotación del subsuelo Iraquí. Piense en ello cuando reciba la próxima factura del gas o rellene el depósito de combustible de su automóvil.

Jaume Garcés / Juliol 2009