Dentro de este género subliterario podemos establecer distintas categorías: En primer lugar podemos distinguir entre dos tipos las escrituras concebidas y pensadas por el propio difunto o las letras dedicadas al mismo por terceros, normalmente allegados o familiares. Dentro de esta última categoría podemos destacar el de Durero (Albrecht Dürer), el mayor representante del renacimiento en Alemania murió el 6 de abril de 1528 y fue su amigo Willibald Pirckheimer el encargado de escribir su epitafio: "En memoria de Alberto Durero. Todo lo que en él había de mortal está enterrado en bajo este túmulo". En la misma categoría a pesar de no ser abundantes también existen los que tienen cierto aire irónico, como por ejemplo "aquí yace mi querida suegra, descansa al fin y nosotros también".
Donde mayor diversidad de planteamientos encontramos es en la categoría de los epitafios concebidos por el propio difunto, tenemos por ejemplo el de Molière ( Jean-Baptiste Poquelin "Molière" 1622-1673). El dramaturgo Francés dejó escrito sobre su tumba: "Aquí yace Molière el rey de los actores. En estos momentos hace de muerto y de verdad que lo hace bien". Otras creaciones son mucho más poéticas como no se podría esperar menos del poeta romántico inglés John Keats que murió el 23 de febrero de 1821: "Aquí yace alguien cuyo nombre fue escrito con agua". Encontramos también otros más lacónicos como por ejemplo el del Marqués de Sade (Donatien Alphonse François de Sade, más conocido por su título de Marqués de Sade fallecido el 2 de diciembre de 1814) el maestro del erotismo y la libertad extrema dejo escritas las siguientes palabras en su tumba: "Si no viví más, fue por que no me dio tiempo". Otros recrean un final mucho más abierto y conciliador como el caso de Jorge Luís Borges, fallecido en Ginebra el 14 de junio de 1986, el escritor argentino dejó escritas estas palabras sobre su tumba: "...Y no tengan miedo".
Siguiendo con las categorías, existe una tercera que puede definirse como epitafios gráficos: aquellos donde no se usan palabras sino símbolos o grafismos. En la tumba de Arquímedes se dice que había como único epitafio un cilindro circunscrito en una esfera.
Y como última categoría podríamos determinar los epitafios aprócrifos: aquellos que son popularmente atribuidos a un personaje pero que no están realmente escritos en su tumba. Quizás el más conocido sea el de Groucho Marx, (Julius Henry Marx), actor y humorista Estadounidense fallecido el 19 de agosto de 1977, se le atribuye la siguiente inscripción en su tumba: "Perdonen que no me levante", también otras versiones como "Perdone señora que no me levante" o "Gracias por la visita, perdone que no me levante". Pero lo cierto es que en su tumba de latón sólo reza su nombre artístico y las fechas de nacimiento y fallecimiento 1890-1977. Otro epitafio apócrifo interesante es el del escritor Antonio Gala que ideado por él mismo dice: "Murió vivo", el sentido del texto se entiende mas chocante sabiendo que el manchego sigue vivo a día de hoy. En la misma línea está el de Eric Idle (Miembro de los Monty Python) quien a pesar de estar vivo se le atribuye el epitafio: "Say no more" (No digas más).
Para mí una de las frases lapidarias más interesantes es la pronunciada por Juan Hidalgo, miembro del grupo ZAJ, compositor y artista de vanguardia vivo todavía en la actualidad, pero que solicita para el final de sus días calma y sosiego de la siguiente manera: "Cuando yo me muera les pido que no hagan nada, en todo caso si quieren hacer algo, háganse una paja".
Jaume Garcés
Junio / 2009
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